jueves, 21 de abril de 2011

Digo el llamado- Antonio Esteban Agüero



Y después en caballos redomones
que urticaba la prisa de la espuela
galoparon los Chasquis por las calles
de la ciudad donde Dupuy gobierna,
conduciendo papeles que decían:
"El General de San Martín espera
que acudan los puntanos al llamado
de Libertad que les envía América".
Y firmaba Dupuy, sencillamente,
con la mano civil y la modestia
de quien era varón republicano
hasta el cogollo de la misma médula.

Y los Chasquis partieron, con el poncho
como un ala flotando en la carrera,
hacia todos los rumbos provinciales
por los caminos de herradura o huella,
ignorantes del sol y la fatiga,
sin pensar en la noche o la tormenta;
llegaron hasta el Morro por la tarde,
y por el alba cabalgaron Renca,
y entregaron mensajes en La Toma,
en La Carolina y La Estanzuela,
en la villas de Merlo y Piedra Blanca,
en el Paso del Rey y Cortaderas,
en Nogolí también y San Francisco,
en cada población y en cada aldea,
y en estancias y oscuras pulperías
y en velorios, bautizos y cuadreras,
dondequiera paisanos se juntaran
en solidaria diversión o pena.

Y los hombres dejaban el arado,
o soltaban azada o podaderas,
o la hoz que segaba los trigales,
o la taba o el truco en la taberna,
o el amor de las jóvenes esposas,
o la estancia feudal, o la tapera,
o el cedazo que el oro recogía
cuando lavaban misteriosa arena,
o el telar, o los muros comenzados,
o el rodeo de toros en la yerra,
para ir hasta el Valle de las Chacras
donde oficiales anotaban levas.
Y hasta había mujeres que llegaban,
con vestidos de pardas estameñas,
al umbral de Dupuy para decirle:
"Vuesa Merced conoce mi pobreza,
yo no tengo rebaños ni vacadas,
ni un anillo de bodas, ni siquiera
una mula de silla, pero tengo
este muchacho cuya barba empieza".

De Mendoza llegaban los mensajes
breves, de dura y militar urgencia:
"Necesito las mulas prometidas;
necesito mil yardas de bayeta;
necesito caballos, más caballos;
necesito los ponchos y las suelas,
necesito cebollas y limones
para la puna de la Cordillera;
necesito las joyas de las damas;
necesito más carros y carretas;
necesito campanas para el bronce
de los clarines; necesito vendas;
necesito el sudor y la fatiga;
necesito hasta el hierro de las rejas
que clausuran canceles y ventanas
para el acero de las bayonetas;
necesito los cuernos para chifles;
necesito maromas y cadenas
para alzar los cañones en los pasos
donde la nieve es una flor eterna;
necesito las lágrimas y el hambre
para más gloria de la Madre América..."

Y San Luis obediente respondía
ahorrando en la sed y la miseria;
río oscuro de hombres que subía,
oscuro río, humanidad morena
que empujaban profundas intuiciones
hacia quién sabe qué remota meta,
entretanto el galope levantaba
remolinos y nubes polvorientas
sobre el anca del último caballo
y el crujido final de las carretas.

Y quedaron chiquillos y mujeres,
sólo mujeres con las caras serias
y las manos sin hombres, esperando...
en San Luis del Venado y de las Sierras.

de "Un hombre dice su pequeño País"


Cultura Sanluiseña
Antonio Esteban Agüero nació en Piedra Blanca (Provincia de San Luis, República Argentina) el 7 de febrero de 1917 y falleció el 18 de junio de 1970. Sus restos descansan en el cementerio de Merlo. Su primer matrimonio se efectuó en México, el 4 de enero de 1952 con Elia Barbosa Fernández, madre de su única hija, la doctora María Teresa Agüero.





Se graduó de Maestro Normal Nacional en la Escuela Normal "Juan Pascual Pringles" de la Ciudad de San Luis. Desempeñó importantes cargos públicos en su provincia. Presidente del Consejo Provincial de Educación (1955/56), Director de Cultura (1957), Ministro de previsión Social y Educación (1957), Ministro de Gobierno (1958/59), después de haber sido proscripto y perseguido durante los difíciles años del peronismo. Su poema 'Canción del hombre libre' habla de esas persecuciones.

Su vocación literaria se manifestó a temprana edad, los primeros relatos y poemas datan desde sus quince años. En 1937 se publica su primer libro. ("Poemas Lugareños)

Poeta y prosista obtuvo distinciones por varios de sus trabajos: "Retrato de un dama" obtuvo el 1º Premio de Poesía y Medalla de Oro, 1947, de la Dirección General de Cultura de Córdoba, "Las cantatas del árbol" y "Romancero de niños" fueron galardonados con el 1º Premio Nacional de Literatura Regional, máxima distinción a que puede aspirar un escritor residente en el interior del país. En 1958, la Dirección Nacional de radiodifusión le otorgó la Medalla de Oro por la mejor conferencia de carácter histórico.

Desde 1938, Agüero colaboró en el suplemento dominical del diario "La Prensa" (Buenos Aires), y en numerosas revistas y periódicos argentinos y extranjeros: "La Nación" (Chile), "El Comercio" (Perú), "El Hogar", "Mundo Argentino", "Vosotras", "Los Andes", "Los Principios", "Ideas" (San Luis) y "Revista de San Luis", entre otras.

En 1960 el diario "Clarín" de Buenos Aires otorgó al poeta, por voto unánime de los tres jurados (Jorge Luis Borges, Enrique Larreta y Fermín Gutiérrez), el premio del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo a su poema "Un hombre dice a su pequeño país".

En 1970, Antonio Esteban Agüero recibió el título de Doctor Honoris Causa Post-Mortem de la Universidad Nacional de San Luis, por Resolución Rectoral Nº 109 del 28 de Setiembre de ese año.

Numerosos escritores y críticos argentinos y extranjeros se han ocupado de la obra poética del poeta puntano: Juana de Ibarbouru, Fermín Silva Valdés, José Vasconcelos, Enrique Larreta, Ricardo Nervi, Abelardo Arias, Alejandro Nicotra, Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges, entre otros.

Entre sus principales publicaciones se destacan: "Poemas lugareños" (1937), "Romancero Aldeano" (1938), "Pastorales" (1939), "Romancero de niños" (1946), "Cantatas del árbol" (1953), "Un hombre dice a su pequeño país" (1972), "Canciones para la voz humana" (1973) y "Poemas Inéditos" (1978). Estos tres últimas obras fueron publicadas póstumamente por su segunda esposa: Rosa Romanella de Agüero.